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La Exposición didáctica


Muerte, funerales y vida en el más allá

China, una cultura milenaria
3.- La vida social: las etapas de la vida
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El entierro del patriarca. Pintura sobre papel de médula de "tin-sin". Cantón, China, hacia 1850.

Una sentencia china afirma que "la cosa más importante en la vida es tener un buen funeral". Las ceremonias relacionadas con el funeral chino duraban siete semanas. Sus familiares, amigos, y parientes se reunían para llorar al difunto. Los primeros días de luto se llevaban vestidos de saco, que eran sustituidos después por otros blancos que vestían durante tres años. El azul era también usado como vestido de luto menor para parientes lejanos.

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El patriarca es vestido de mandarín al morir. Pintura sobre papel de médula de "tin-sin". Cantón, China, hacia 1850.

El lugar de enterramiento era escogido después de consultar al geomántico. La procesión fúnebre se realizaba con gran fasto. Acompañaban al muerto una larga comitiva compuesta de músicos, sacerdotes, hombres con estandartes y banderas, niños con cestos de fruta, familiares cercanos vestidos de blanco, así como la esposa y los hijos que iban hasta la tumba a tributar los honores póstumos.

Los faroles blancos que acompañaban la comitiva fúnebre al cementerio llevaban escrito el nombre del difunto, su edad, e incluso otros datos para la mayor glorificación del difunto. Se quemaban reproducciones en papel, de la casa, caballos, utensilios domésticos, dinero y otros objetos, con la idea de que el muerto tomase posesión de ellos en el más allá y le sirviesen de ayuda.

Entre la gente se creía que los espíritus de los muertos serían tanto más libres, y por lo tanto más benévolos, cuanto más suntuoso fuese su entierro.

En la antigua China era creencia común que los muertos fuesen a vivir en otro mundo. Por eso se les debía proporcionar todo lo necesario para aquella nueva vida. Frecuentemente, en tiempos de los Shang (c. 1500 - c. 1050 a. C.), a la muerte de un soberano eran sacrificados y enterrados con él, cortesanos, guerreros, caballos y otros seres o personas que el difunto amaba.

El culto a los antepasados

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Ofrenda a los antepasados Papel de médula de "tongcao" o "tin-sin" Obra de autor anónimo Cantón, Hacia 1830-1840.

Desde tiempos prehistóricos los chinos tuvieron un interés especial en venerar a sus antepasados. En este periodo acostumbraban a enterrarlos en la misma casa, donde guardaban las cosechas, y debajo de la cámara nupcial. Pasado algún tiempo, trasladaban los restos al cementerio familiar. Allí, en una larga ceremonia se “fijaba” el alma a una tablilla o “ling-pai”, que era colocada en casa, en el altar familiar. A través de ella el hijo podía entrar en contacto con su padre.

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Altar de los Antepasados Con las "Tablas del alma", ante las que se hacen ofrendas de alimentos, incienso, sándalo, ... Obras de la dinastía Qing (1644-1911)

El confucianismo recogió estas tradiciones potenciándolas. Toda casa china tenía un altar familiar, donde residía el alma de sus antepasados. Las tablillas se colocaban en una superficie elevada rodeándolas de pebeteros de bronce con incienso, sándalos, así como velas y platos con comida.

Este altar regía la vida familiar. La mujer que entraba a formar parte de la familia era presentada a los antepasados. Se celebraban los días de nacimiento y muerte del difunto. Cada mañana el jefe de familia se inclinaba sobre el suelo delante del altar besándolo tres veces e incluso nueve. Prendidas las velas y sándalos, realizaba peticiones y suplicaba por el bienestar de su familia.

Era creencia tradicional que dependían, tanto los muertos de los vivos, como éstos de los antepasados.

 
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