La Exposición didáctica

Instrumentos del comerciante: ábaco, monedas, balanza,… Dinastía Qing (1644-1911).

En la China antigua los comerciantes y mercaderes eran despreciados. Si conseguían enriquecerse empujaban a sus hijos para que se convirtieran en mandarines. El más modesto representante del "Hijo del Cielo", - es decir, del emperador -, gozaba de mayor prestigio que cualquier mercader, aunque estuviese cargado de oro.

Comerciante con ábaco. Grabado de W. Alexander en su obra "Picturesque representations of the Dress and manners of the Chinese", London 1814.

Reunidos en corporaciones, se asociaban par organizar grandes negocios que requerían importantes inversiones. Raramente los mercaderes estaban especializados. Hsi-Men, por ejemplo, - el héroe del Chin Ping Mei -, es, en origen, un herborista y mercader ambulante, pero presta también dinero con interés, y no rechaza nunca un buen negocio de compraventa de seda o sal, o una especulación sobre el arroz, cuando los precios varían entre una región y otra. El mercader hace sus cuentas con el "suan pan", el ábaco. Mueve las bolas con extraordinaria rapidez, en base a reglas complejas aprendidas de memoria. Manipula el instrumento casi mecánicamente y puede leer el resultado a la primera ojeada.

El pago de las mercancías se hacía en "chapecas" de cobre, en monedas de plata extranjeras ( dólares méxicanos o monedas acuñadas por los españoles instalados en Filipinas). Se usaban también lingotes de plata, que los chinos llamaban "liang" y los extranjeros "tael". Estos lingotes se pesaban con una balanza, pero no tenían nunca el mismo peso. Se debía también controlar la pureza del metal.