Exposiciones del Museo Oriental

DESDE 1980 HASTA 2009

El Museo Oriental, del Real Colegio de PP. Agustinos, en Valladolid, es la mejor colección artística del Extremo Oriente existente en España. Su exposición permanente la forman dieciocho salas dedicadas al arte de China, Filipinas y Japón. Uno de sus conjuntos más significativos es la colección de porcelanas chinas.

A estas obras, se ha añadido en agosto de 2006 la importante donación de D. José Pedro Ibáñez y su esposa Dña. Guadalupe Urbón (ver imagen). De las 154 piezas donadas, 150 son porcelanas chinas.

Los tipos de cerámica china representados en la donación son los siguientes: un celadón de la dinastía Yuan (1279-1368), una cerámica funeraria y una figura con decoración «fahua» de la dinastía Ming (1368-1644) y 147 piezas de la dinastía Qing (1644-1911). Entre estas últimas, las hay de varios tipos: 8 son piezas de la Compañía de Indias; 34 azul y blanco; 6 del tipo «imari chino» y «sangre y leche»; 7 de la porcelana «blanco de China»; 29 pertenecientes a la denominada «familia verde»; 38 a la «familia rosa»; y 25 monocromos, (azul turquesa, rojo «sangre de toro» y verdes). Una selección de ellas puede admirarse en esta exposición.

Estas porcelanas no son simplemente obras exóticas de una cultura lejana, o bellos objetos decorativos. Tampoco son únicamente piezas que nos muestran el virtuosismo al que llegaron los ceramistas chinos. Su significado va mucho más allá. En el arte cerámico se funden otras artes como la pintura, la caligrafía y la escultura.

Además, estas piezas –que pertenecen en su mayoría a la porcelana fabricada en China para el mercado de exportación–, nos hablan también de intercambios comerciales Oriente-Occidente, un problema plenamente actual.

Pero, no convendría tampoco olvidar que esta colección de porcelanas fue reunida por el matrimonio Ibáñez-Urbón en Suiza. Es fruto de treinta años de trabajo y sacrificios. Manifiesta el amor por la belleza y –lejos de todo provincialismo–, expresa la gran apertura mental de los coleccionistas. Por otra parte, el hecho de que, desinteresadamente, la hayan donado al Museo Oriental, –para que pueda ser disfrutada por el público–, manifiesta la gran generosidad y altruismo de los donantes, que es, sin duda, ejemplar.

La porcelana es una de las grandes aportaciones de China al resto de la humanidad. Por eso, este producto llegó a ser la envidia del mundo en los primeros tiempos medievales. Que esta exposición sea un paso más para que los visitantes vayan conociendo mejor la milenaria cultura china. Estas obras de porcelana –aparentemente inocentes–, bien entendidas, nos abren nuevos horizontes mentales hacia otra cultura, otra estética, otra religión, otro modo de relacionarse con la naturaleza y de estar en la vida.

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