La creencia en los “Anitos”.

El autor A. E. Jenks, hablando de los Bontoc nos dice que “anito” es el nombre general para indicar el alma del difunto. El espíritu de toda persona muerta se llama “anito”. Estos espíritus viven fuera de los poblados, en las montañas vecinas, reproduciendo en forma espiritual la vida de los vivos. Construyen habitaciones y viven en ellas, siembran, se casan, tienen hijos y, eventualmente, algunos de ellos mueren y cambian de forma. Entonces pueden convertirse en una culebra o una roca, y esto explica el por qué nunca se mata a uno de esos animales. Lo más frecuente, sin embargo, es que se transformen en “li-fa”, luz fosforescente que se ve en las montañas y que se produce a causa de la madera podrida. Las representaciones de los “anitos” las encontramos entre los Kankanai e Ifugao principalmente. Se dice que influenciaban la vida de los descendientes, ya sea para bien, ya sea para mal. Haciendo sacrificios ante estas imágenes, se obtiene que el espíritu del antepasado -que anda “como alma en pena” atormentando a sus propios parientes-, pueda encontrar la paz.

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